QUIÉNES SOMOS

17 de noviembre de 1928

Los Abuelos Jesús y Luisa fundan La Espiga

Lo llevaban en la sangre.
Eran los años 20 y la madre de la Abuela Luisa, Simona, trabajaba en El Nido, un bar de comidas local. Y aunque era aragonesa, a Simona le encantaba crear Pintxos (¡o la versión que se hacía por aquel entonces del Pintxo!) para sus clientes.

La Abuela Luisa heredó la pasión por este clásico de la cocina donostiarra y en otoño de 1928 creó La Espiga en un antiguo almacén de trigo.
Luisa San Martín se convirtió en una de las pioneras del Pintxo donostiarra.

Fue ella quien le dio la personalidad actual a La Espiga, creando Pintxos míticos como los fritos, el pimiento, la chorrera, la gamba, la milanesa, la croqueta, el Jalisco, la Delicia, la ensaladilla rusa…

Desde entonces, las generaciones posteriores siempre hemos intentado mantener el estilo de cocina de la abuela y la bisabuela.
Respetando su legado, su visión y ¡su infinita creatividad!

Casi un siglo después…

La Espiga forma parte de los “Rituales” Donostiarras

Años más tarde, Jose Mari, hijo de los Abuelos Jesús y Luisa, se hizo cargo de La Espiga, junto a su esposa Garbiñe.  Nuestros padres.

Amatxo no sólo siguió cocinando los Pintxos de la abuela Luisa. Ella misma introdujo platos como los morritos o las albóndigas.

Pintxos que se han convertido hoy en un emblema de La Espiga.
Los morritos, ¡incluso ganaron el primer premio al mejor plato de cocina tradicional en el Concurso Gastronómico Alcorta-Martín Berasategui del 2009!

Con el tiempo, nos incorporamos al negocio sus hijo/as Jesús, Txema, Luma y Koro Castro Berganzos.  ¡Nos considerábamos muy afortunados!

Habíamos crecido en un local que estaba estrechamente vinculado a la historia, cultura y gastronomía de esta bellísima ciudad. Un local que formaba parte de los “rituales” donostiarras: pasear por la Concha, ver una película, y pasar por la Espiga, los pioneros de la gastronomía en miniatura de la ciudad. Un local al que se venía a disfrutar de una experiencia sensorial completa, empezando por la tradicional melodía con la que se han cantado siempre nuestros pintxos: ¡uuuuna de chorreras! ¡tres de gambas gabardina! ¡uuuna de pimientos rellenos!

Sabíamos que, con La Espiga, creábamos historia.  ¡Y lo mucho que íbamos a mimarla!

Evolucionamos con nuestra ciudad y para nuestra ciudad

Reformamos el local original en la década de los 70

Aquel espacio mítico hoy puede verse en la foto ubicada sobre la cafetera del bar.

En 2008 reformamos todo el edificio.

Una reformada que duró casi dos años, y fue liderada por el arquitecto donostiarra, Carlos Cardy.

Con Carlos, quisimos que La Espiga se integrase en Donostia con a atrevidos detalles decorativos y estructurales. ¡Los resultados fueron inmejorables!

Ahora, el suelo del bar es el mismo que el de las aceras donostiarras…  El suelo del comedor del sótano está hecho con arena de La Concha… Los espectaculares murales de las paredes están basados en motivos donostiarras y gipuzkoanos…

Las mesas reproducen el modelo matemático, las proporciones con las que jugó el arquitecto Cortázar para crear el San Sebastián moderno.

La Espiga habla de San Sebastián. En La Espiga se saborea San Sebastián. La Espiga es San Sebastián.

Tradición donostiarra “salpicada” de modernidad y creatividad

Nos duele ver la adulteración que algunos inversores hacen de la gastronomía de nuestra tierra.  De nuestro querido Pintxo.  De los Pintxos que nuestras familias han creado.

Pero, nosotros seguimos sirviendo las mismas “banderillas gozosas” que la gente guapa de nuestra ciudad ha venido a probar durante casi un siglo a La Espiga.  Nos gusta seguir inventando y reinventando. Con atrevimiento, pero con mucho respeto.  Cada Pintxo que sale de nuestra cocina es un homenaje al pueblo guipuzcoano.  Cada plato que se sirve en nuestras mesas es una dedicatoria a generaciones anteriores.

Porque La Espiga es parte de la historia y de la vida de esta ciudad y sentimos una responsabilidad histórica, gastronómica y social hacia todo lo que hacemos.

Por eso decoramos nuestros espacios con los lienzos de Sert. Para hablar de esta maravillosa tierra de navegantes, armadores, ferrones…  Para contar la historia de un pueblo fascinante.  Para contar tu historia.